Con la Cruz Ajena
Román se encontraba en el pequeño café cerca del Parque Avignon, esperando a su novia. Mientras aguardaba había solicitado una taza de café con un plato de bizcochos.
Día normal.
Solo que a las cuatro de la tarde toda su vida iba cambiar radicalmente. Una mujer se paró frente a él dando una serie de improperios e insultos hacía el pobre Román, no entendía nada.
El le explicaba que se había equivocado de persona, nunca le había visto ni mucho menos cruzado palabras.
Ella insistía con sus gritos llamándole Ramón. El se levantó apenado con la gente que al igual estaba degustando un postre.
En ese preciso instante, dos hombres se abalanzaron con un bate de béisbol, propinandole una golpiza
¡Te lo mereces Ramón! - le gritaba uno de ellos, escupiéndole al rostro.
Aquel hombre exánime, casi sin fuerzas fue auxiliado y llevado al hospital en ambulancia, uno de los paramédicos le miraba con enojo.
¡No merece vivir ! - dijo.
Pero hice un juramento.
Román seguía sin entender todavía.
Al llegar al nosocomio, fue atendido y su habitación escoltada por unos policías. Los gendarmes tenían orden de resguardar la vida de aquel hombre, porque de allí le esperaba la justicia.
Hasta que un médico, trajo presuroso los exámenes.
Hubo error, las muestras de sangre determinaron que ese paciente no era el timador, el maula que estafó a miles de personas con sus cuentas bancarias llevándolos a bancarrota.
Solo fue una equivocación, eran dos gotas de agua, idénticos.

Alexander Miguel Perdomo Garcia

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